Algo extraño me pasó hoy en la mañana, cuando al ir a la cocina a prepararme un café, al encender el foco se le desprendió la parte externa, cayó casi a mis pies, en tanto que el filamento encendió sólo segundos para después apagarse.
Todo fue tan inesperado, que no pude más que mirar arriba y abajo tratando de entender dos cosas: cómo pudo desprenderse el cristal del foco sin que aparentemente nada lo moviera, y cómo es que se encendió el filamento sin la cubierta, algo que yo no había visto antes ni sabía que ocurriera.
En fin, que después de una sesuda y momentánea reflexión, en la que por supuesto no llegué a conclusión alguna, como no fuera la infantil felicidad de que no me cayera en “la choya”, (así dicen en mi pueblo), ya que no alcanzaba a ver bien decidí primero hacer mi café y luego levantar los vidrios que habían quedado en el piso.
Y fue precisamente mientras tomaba la cafetera para llenar mi taza que se me ocurrió voltear hacia esos vidrios, y los vi claramente, nítidamente. Lo que pensé entonces fue que como me había quedado “lampareado” no los había alcanzado a notar bien; sin embargo, movido por la curiosidad regresé a donde estaba antes y pude comprobar que seguía sin poder distinguirlos bien.
Esto me hizo recordar la frase “todo depende del cristal con que se mire”, título de este artículo de periodismo, pues igual que lo sucedido en el episodio del foco, cuando tenemos un problema o estamos en una disyuntiva, si sólo vemos un lado del asunto, lo más seguro es que no le encontremos solución, como lo plantea este artículo completo en el blog nmx.
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