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miércoles, 27 de noviembre de 2013

Asesinos en serie, obsesión por el crimen

También en México hay asesinos seriales

Los asesinos seriales fueron llamados así por el agente del FBI Robert Ressler en 1970, al describir a una persona cuya conducta asesina es repetitiva, como si repitiera un ritual, con el paso del tiempo y variando hechos, personajes y situaciones el criminal perfecciona un método con extremo sadismo y perversión, a veces con el único fin de obtener notoriedad.


Uno de los primeros casos registrados y también el más famoso es el de un famoso carnicero que en 1888 asoló las calles de Londres. Fue conocido como Jack El Destripador y se le atribuye el asesinato de cinco prostitutas en el barrio Whitechapel. El sobrenombre de El Destripador fue porque las degollaba o les sacaba las vísceras y firmaba así sus misivas. La policía nunca pudo atraparlo y en cuanto a su identidad hay toda clase de teorías, como que era miembro de la nobleza, un médico cirujano o hasta un carnicero o una mujer.

Por otra parte, en Estados Unidos surgió el asesino serial BTK, conocido así por las palabras bind, torture, kill (atar, torturar, matar). La historia es así: en los años setenta, Dennis Rader, un burócrata de 59 años y líder de un grupo de boy scouts, mató a 10 personas. Inició sus actividades en 1974, estrangulando a tres personas. Los crímenes continuaron y aparentemente acabaron después de la séptima víctima. Fue atrapado en 1974.

También está el caso de Caryl Chessman, el Bandido de la luz roja, quien con una linterna como las de la policía se acercaba a los autos de parejas que estaban teniendo relaciones para primero matar al hombre y después violar a las mujeres, o el caso de Henry de Salvo, el Estrangulador de Boston, quien asesinaba ancianas.


Por otro lado, en México, Gregorio Cárdenas Hernández, El Estrangulador de Tacuba, mató a cuatro mujeres, entre ellas su novia. Profanó los cadáveres y luego los enterró en su jardín, ubicado en el Distrito Federal. Lo encerraron en Lecumberri, cumplió una condena de 40 años, se regeneró y estudió en la prisión, convirtiéndose en abogado.

Las Poquianchis fueron tres hermanas siniestras. A finales de los años 50 se descubrió en Guanajuato que las dueñas de un burdel del rancho El Ángel, torturaban a menores de edad y las obligaban a prostituirse. Cuando las jóvenes eran “suficientemente” explotadas las asesinaban junto con los hijos que habían concebido y algunos de sus clientes. En su rancho se encontraron 91 cuerpos enterrados.

Adolfo de Jesús Constanzo, El Narcosatánico de Matamoros, y su banda transportaban marihuana a Estados Unidos desde el rancho Santa Elena, en Tamaulipas. En 1989 fueron acusados de asesinar a más de una docena de personas durante unos rituales.

Un caso especial fue el de Juana Barraza Samperio, La Mataviejitas. Se dice que se presentaba como enfermera y así podía entrar en la vida de algunos ancianos sin provocar desconfianza.

Raúl Osiel Marroquín Reyes, El Matagays, fue aprehendido en 2006 por seis secuestros, cuatro de los cuales acabaron con la muerte de sus víctimas, a quienes contactaba en bares gays y los convencía de que fueran a un hotel en donde les sacaba información sobre su situación financiera. Si tenían dinero los torturaba y pedía rescate que oscilaba entre los 15 y 120,000 pesos.

PERIODISTAS NMX

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