En una charla de café entre amigos, de pronto derivamos hacia ciertas palabras mal empleadas, ya sea a nivel oral o escrito, y cómo la gente va haciéndolas suyas debido a que las escucha constantemente en los medios de comunicación, hasta que la costumbre hace de ellas algo cotidiano.
Por ejemplo, es muy común escuchar en las noticieros la palabra “aereopuerto”, cuando debería decirse “aeropuerto”, o qué tal aquellos maestros que dicen “alubno” y “correptor” en lugar de “alumno” y “corrector”, o cuando alguien con cierta cultura nos dice entre plática y plática “sin en cambio” en vez de “sin embargo”.
La constante en todos los casos anteriores es que las cosas se captan por una especie de argumento de autoridad, ya sea a través de un medio de comunicación, una figura de autoridad y el programa de televisión “El Chavo”.
Estos errores, que cualquiera los tiene aunque no deberían ser tan obvios, derivan de un gran desconocimiento del idioma, lo cual implica un grave descuido que podemos (y deberíamos) empezar a revertir desde este momento.
Así que olvidemos tales formas incorrectas, al igual que el “haiga” o el “cerquitas”, que tanto dañan tanto nuestra expresión, y seamos un poco más analíticos en cuanto a lo que escuchamos y repetimos.
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